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El Islam no es píldora mágica

Entrar en el Islam es una experiencia personal trascendental.

Por dentro podemos sufrir grandes cambios: podemos haber pasado de preguntarnos a saber; de vagar sin rumbo a estar encaminados en una dirección clara.

Nuestros días, en los que alguna vez nos dedicamos a matar el tiempo, pueden comenzar a llenarse de un propósito y una riqueza antes desconocidos.

Mientras crecemos internamente, nuestras relación con el mundo también debe evolucionar. Esto requiere que encontremos el equilibrio correcto entre lo que sucede dentro de nosotros y cómo gestionamos nuestras vidas externas.

Por un lado, cuestionamos nuestra vida anterior. ¿Nuestra familia y amigos apoyan nuestra decisión?

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¿Son de beneficio para nuestro desarrollo personal o retrocedemos cuando estamos en su compañía?

Nuestras rutinas, hábitos, incluso nuestra forma de vestir, empiezan a ser temas de reflexión. Si alguien siquiera pensara en ajustarlo todo a la vez, podría ser demasiado abrumador.

Por otro lado, como nuevo musulmán, es posible que estés interactuando por primera vez con una comunidad completamente nueva: los musulmanes, tan variados y diferentes como somos. Esto nos enfrenta a todo un espectro de experiencias y desafíos; desde barreras idiomáticas hasta un choque cultural.

Algunas de nuestras experiencias con otros musulmanes pueden ser muy buenas y útiles. Mientras otras pueden ser tan desagradables que pueden hacer que nos preguntemos si hemos tomado la decisión correcta al hacernos musulmanes.

Conocimiento y ser realista

Mi forma de acercarme a aceptar el Islam estuvo basada, casi por completo, en mi lectura del Corán y libros sobre el Islam.

Conocí e incluso pasé un tiempo con algunos musulmanes, pero fue relativamente breve. Nuestros idiomas eran diferentes y mi conocimiento e interés por el Islam estaba empezando a surgir en ese momento, por lo que mis observaciones fueron en gran medida desinformadas.

Mi conocimiento del Islam aumentó gradualmente. Cuando aprendí lo suficiente como para estar convencida, sin lugar a dudas, sobre la verdad del mensaje del profeta Muhammad, también hice suposiciones de ensueño en mi mente, un tanto ingenua, sobre la población musulmana: personas honradas que habían sido bendecidas con la guía del Islam durante generaciones.

Me había imaginado que los musulmanes, en general, viven una vida dichosa inmersos en el recuerdo de Allah. Sus caras adornadas con sonrisas tranquilas mientras difunden la paz dondequiera que vayan.

Sin duda, todos ellos deben haber aprendido árabe e incluso lo hablaran con fluidez. Se levantan en la última parte de la noche, invocando a su Señor, seguros de su eterna recompensa, esforzándose día tras día por alcanzar Su complacencia. Evitan las conversaciones improductivas y no se dejan atrapar por los chismorreos y traiciones. Son amables, generosos, serviciales y amorosos.

Son pacientes; comparten generosamente el mensaje de su Señor con el ejemplo y la palabra. Sus estándares de limpieza son los más altos; sus casas, prístinas y limpias. Sus hijos deben tener buenos modales y buen comportamiento.

Toda acción debe hacerse con conocimiento y por la causa de Allah, teniendo presente en todo momento la severidad de esta prueba y la fragilidad del tiempo. ¡Podría seguir y seguir!

Esta idea poco realista sobre los musulmanes se debió, en parte, a mi propia falta de conocimiento. En el Corán y la Sunnah del Profeta Muhammad, de hecho, se nos muestran todas las diferencias y variaciones en la humanidad y que los musulmanes no están excluidos de tener fallos.

Encontrar una comunidad musulmana

Todo esto también fue cause de mi falta de experiencia con las comunidades musulmanas. Tenía muchas esperanzas, expectativas irrealmente altas.

Pasó mucho tiempo, casi dos años, antes de que realmente comenzara a interactuar con una comunidad musulmana. Aunque muchos me recibieron con mucha amabilidad y cuidado, lo que más me impresionó fue la falta de conocimiento y las pocas ganas de buscarlo.

Recuerdo entrar en una habitación y saludar a una hermana que me miraba fijamente y me pregunté por qué no respondía. Un momento después la vi inclinarse hacia adelante en ruku’. Ella me miraba fijamente mientras estaba de pie haciendo el Salah, algo que uno sabría que no se debe hacer si le hubiera echado un vistazo a un libro sobre la oración para niños.

Me sorprendió encontrar mujeres que se preocupaban más por objetos de diseño que por animarse mutuamente a ser sinceras y pacientes. Fue detestable descubrir que había mujeres musulmanas que sufrían matrimonios abusivos cuando el profeta Muhammad exhortó claramente a los hombres musulmanes a “ser amables con las mujeres”.

Hogares desordenados; vidas desordenadas; personas que llegan a las invitaciones muy tarde; invitados que llegan esperando que los traten como si fueran a un hotel de 5 estrellas en lugar de apreciar la buena compañía; chismes y murmuraciones; segundas intenciones; incapacidad para perdonar; rencores; pequeños errores que estropean relaciones para siempre; celos; odio; sabotajes; lo que sea… lo he visto en la comunidad musulmana. A veces con más claridad que nunca antes lo había visto en mi mundo anterior, completamente habitado por no musulmanes.

Todo esto me hizo apreciar mucho más a mi familia y amigos no musulmanes.

Si bien nuestro éxito final depende de la convicción de que no hay nada digno de adoración excepto Allah, el nivel de éxito que alcanzamos está directamente relacionado con la forma en que tratamos a las personas y la forma en que caminamos sobre la Tierra de nuestro Creador. Esta dicotomía me provocó un conflicto y se produjo una lucha interna.

Buscar conocimiento sobre el Islam

La solución radica en continuar buscando conocimiento del Islam y recordar que el Islam no es una especie de “píldora mágica”. Una vez que uno acepta el Islam, o afirma ser musulmán, no se convierte automáticamente en un ángel. Sino que Allah nos ha dicho y advertido en el Corán y la Sunnah que esta vida es solo una prueba. Hay muchas distracciones y trampas y, además, los humanos han sido creados débiles.

Ninguno de nosotros es inmune de cometer errores y faltas, pero los mejores de quienes se equivocan son los que se arrepienten y aprenden de sus errores. Nuestro amor por nuestros hermanos musulmanes debe residir en el hecho mismo de que todos creemos en el Creador de los cielos y la Tierra, y, de alguna manera o forma, todos esperamos regresar a Él en un estado que Le agrade.

Allah tiene mucha Misericordia con todos nosotros y nos ha instruido a mostrar bondad y misericordia unos con otros. Ninguno de nosotros puede juzgar a ningún otro musulmán por no ser perfecto. Recuerda, el Profeta Muhammad dijo:

No seréis verdaderamente creyentes hasta que os améis unos a otros.

Muslim

Entonces, si no hemos amado a nuestros hermanos musulmanes como resultado de nuestra percepción de ellos, en realidad somos nosotros quienes estamos cometiendo una falta.

Es importante evitar esta trampa traicionera y en lugar tener compasión y misericordia por toda la humanidad. No estamos destinados a juzgar a nadie, solo Allah puede hacerlo, sin embargo, debemos verificar constantemente el estado de nuestros propios corazones.

El Islam es el camino del medio, fomenta la moderación y la paciencia. Si nos abstenemos de actuar sin conocimiento, nos esforzamos por ser pacientes con nosotros mismos, con nuestro desarrollo y todos los que nos rodean, podemos evitar comportarnos de manera contraria a nuestra creencia sin darnos cuenta.

El aspecto más importante es nuestro progreso personal. El Corán es nuestro compañero y nuestra guía, cuanto más leemos las palabras de nuestro Señor, nuestros corazones crecerán y nuestras acciones evolucionarán naturalmente.

Nadie a nuestro alrededor, musulmán o no, debería ser una razón para que perdamos el norte u olvidemos el propósito para el que hemos sido creados, para servir a nuestro Señor Misericordioso, a quien todos regresaremos en última instancia.

Que Allah nos ayude a equilibrar nuestras vidas y mantenernos centrados en nuestra meta de pasar las pruebas de esta vida.

Traducido del inglés del archivo de About Islam: Islam is Not a Magic Pill

About Danielle LoDuca
Danielle LoDuca is a third generation American artist and author. Drawing inspiration from personal life experiences, her writings highlight the familiarity of Islam in a climate that increasingly portrays the Islamic faith as strange. She holds a BFA from Pratt Institute and has pursued postgraduate studies in Arabic and Islamic Studies at the Foundation for Knowledge and Development. LoDuca’s work has been featured in media publications in the US and abroad and she is currently working on a book that offers a thought-provoking American Muslim perspective, in contrast to the negative narratives regarding Islam and Muslims prevalent in the media today