Esta es la historia de Suzanna, quien vivía atrapada en el miedo, y el Islam le ayudó a superarlo.
Siempre he sido una persona miedosa, incluso cuando era joven. Tal vez porque el miedo fue la forma en que mis padres trataron de educarme y trataron de hacerme obedecer las reglas.
Tenía miedo de la oscuridad, de los fantasmas, de la esquina detrás del armario que no estaba a la vista. Y tenía miedo de los extraños porque mi madre siempre me decía que me podrían llevar o darme dulces envenenados. Tenía miedo de mis maestros y luego de mi jefe.
Mi miedo infantil inicial se convirtió en un miedo que restringía mi vida y mi calidad de vida. Tenía miedo de perder mi trabajo. Siempre me preocupaba no tener suficiente para comer. Y me preocupaba ser pobre durante la vejez cuando tenía 25 años.
Tenía miedo de salir a correr porque alguien podría robarme o violarme o podría caerme y no habría nadie para ayudarme.
El miedo me controlaba. Cuando mi miedo se volvió extremadamente grave, ni siquiera quería salir de mi casa. Pero incluso dentro tenía miedo. Sabía que tenía un problema pero no sabía qué hacer. El problema culminó cuando murió mi abuela. Después de su muerte comencé a tener ataques de pánico y tenía miedo de morirme.
Viajar en busca de cura
Fui a ver a un psicólogo pero eso no ayudó. Su única solución era darme medicinas para calmarme y reducir mi miedo. Fue mi mejor amiga quien estaba ahí para ayudarme y se le ocurrió una idea loca, al menos eso es lo que pensé en ese momento.
Me invitó a irme de vacaciones con ella. Siempre le había gustado viajar y siempre estaba en busca del siguiente viaje. Me invitó a ir con ella a Marruecos.
Tenía miedo de ir pero ella me aseguró que nunca me dejaría sola. Después de largas discusiones y con la esperanza de cambiar mi miserable situación, acepté unirme a ella.
La llamada a la oración
Marruecos es un país especial y sentí que los colores, olores y sonidos lentamente lavaban la capa superior de mi profundo miedo. Caminamos por las calles y por los mercados. Nos sentamos en un pequeño café, pedimos un té y nos quedamos, simplemente, observando la vida.
La llamada a la oración fue la parte más hermosa de este viaje. Cada vez que la escuchaba, sentía mucha paz en mi corazón. No entendí las palabras pero el sonido iba directo a mi corazón y por unos momentos olvidaba mis miedos.
Un día estábamos muy cerca de la entrada de una mezquita cuando se escuchó la llamada a la oración. Me quedé quieta y cerré los ojos. Cuando terminó y abrí los ojos, una señora con un pañuelo en la cabeza se paró frente a mí y trató de tomar mi mano.
Tuve miedo y todos mis miedos se abalanzaron sobre me. Ella simplemente me sonrió y en un inglés entrecortado me invitó a entrar con ella a la mezquita. Miré a mi amiga. No supimos cómo reaccionar pero la señora insistió. Entonces la seguimos.
Quería sentir la paz
Dentro de la mezquita la señora nos invitó a sentarnos y observar la oración. Cuando escuchamos al imán recitar los versos sagrados olas y olas de paz inundaron mi temeroso corazón.
Las lágrimas brotaron de mis ojos. Sentía la para y quería atraparla, mantenerla. Tenía miedo de que la paz me dejara y volviera a estar allí, con todos mis miedos.
Terminada la oración, la señora nos invitó a cenar a su casa. Nuevamente tuve miedo. ¿Y si nos ofreciera comida envenenada y quisiera quedarse con todo nuestro dinero?
El miedo estaba muy arraigado en mí. Pero mi amiga me empujó. Estaba emocionada de conocer la verdadera cultura local. Trató de asegurarme que todo saldría bien.
Aprendiendo sobre Allah
La señora marroquí nos preparó comida. Notó que dudaba comer y me preguntó qué estaba mal. No quise ser grosera y respondí que todo estaba bien.
Sin embargo, ella no pareció creerme y miró a mi amiga. Mi amiga trató de explicarle el problema y le dijo que tenía un pequeño problema con el miedo.
La señora sonrió y empezó a hablar de Dios. Dijo que Dios podía quitarnos todo el miedo. Dijo que no debemos tener miedo porque Dios tiene el control, déjele nuestros asuntos a Él. Así que continuó hablando de nuestro Creador y sus palabras cambiaron algo en mi corazón.
Ya no quería este miedo
Fue durante mis vacaciones en Marruecos que decidí en mi corazón que quería a Dios en mi vida. Empecé a aprender sobre el Islam. Especialmente la comprensión integral del monoteísmo se convirtió en mi enfoque principal. Cuanto más aprendía sobre Allah, menos miedo sentía.
Un día sentí que necesitaba expresar mi gratitud a Dios. Quería someterme a Él por completo. Alhamdulillah, dije la shahadah.
Desde entonces mis ansiedades y miedos están disminuyendo cada día. Sé que nada malo me pasará si Dios no quiere que suceda. Y todo lo bueno que me pasa es gracias a Él. Esta realización me quitó una pesada carga.
Comprendí que estamos en este mundo por una razón. Aprendí que Él me está cuidando. Él me provee porque Allah es Ar-Razzaq. Tener a Allah en mi vida cambió mi vida por completo.