Ayer me gradué de un Máster de derecho internacional en Suiza y estoy super contenta y emocionada. Cuando hace cuatro años decidí ponerme el Hiyab, la gente me dijo que por qué lo hacía, que me iba a cerrar muchas puertas. Y aquí estoy.
Mucha gente creyó que no podría hacer muchas por ponerme el Hiyab
Es una poco parecido a cuando estaba estudiando la ESO, la escuela secundaria. Me acuerdo que yo no era mala estudiante, pero tampoco era constante. En el instituto me aconsejaron que mejor que ir a la universidad hiciese algún curso de formación profesional porque no creían que me fuese a ir bien la universidad.
Recuerdo que un día, una profesora nos preguntó qué queríamos estudiar. Yo dije que criminología. Cuando la profesora me preguntó que porqué le respondí que, en realidad me gustaría estudiar derecho, pero que lo veía muy difícil para mi y que no lo haría bien, por eso criminología. Pero mi sueño era estudiar derecho internacional.
La profesora, que era una profesora de filosofía, me miró y me dijo “Assia déjate de tonterías y quítate eso de la cabeza. Claro que puedes estudiar derecho”.
Después de varios años de esfuerzo, de llantos, de comida basura, pero también de satisfacciones, conseguí el Grado de Derecho.
Cuando decidí ponerme el Hiyab
Después de tres años estudiando el grado decidí ponerme el Hiyab. Fue una decisión propia. Pero mucha gente me decía que con todo lo que había pasado y el esfuerzo que había hecho ¿por qué me ponía el Hiyab ahora? Eso me cerraría muchas puertas, que me estaba poniendo un handicap.
Pero yo pensaba que si Dios había puesto una estrella que nos alumbra y da vida y calor ¿cómo no iba a poder conseguir una prácticas solo por ponerme el Hiyab por reconocimiento de Él?
Por una casualidad de la vida me cogieron para hacer unas prácticas en Suiza. Yo ni siquiera sabía francés y me esforcé mucho para hacerlo bien. Cuando terminé, mi profesor de prácticas me propuso que hiciera una máster en derecho internacional en Suiza. Yo no me lo podía creer.
Terminar el máster
Fueron cuatro semestres. El primero casi que no entendía a los profesores cuando hablaban. Me costó mucho. Pero con paciencia y perseverancia llegué al final del primer semestre y al ver las notas, que había aprobado, me relajé un poco. Así hasta que me gradué. Cuando vi el diploma en mis manos no me lo creía.
Así que ser vosotros mismos y si queréis algo, ir a por ello. No dejéis que os digan que por poneros el Hiyab o por ser quienes sois no podréis hacerlo. Si confiáis en Dios y os esforzáis no hay ningún obstáculo real.