En todas las comunidades de musulmanes existe un grupo de hombres y otro de mujeres que se encargan de dar un Ghusl -lavar- a las personas fallecidas antes de que sean enterradas. Esta es una forma de adoración de la que no solemos hablar pero cuyo significado trasciende el momento.
Cuando un musulmán muere y antes de ser enterrado se le da un Ghusl -una rutina de purificación mayor-. Esto suele hacerlo alguien cercano, como un miembro de la familia, o alguien que la persona que ha muerto haya designado. Pero esto no siempre es así, puesto que puede que la persona que muere no haya designado a nadie antes de hacerlo y que la familia prefiera que lo haga otra persona. En realidad, cualquier musulmán que sepa cómo, lo puede hacer.
Una forma de adoración diferente
En un principio puede parecer una cosa extraña, que nos puede incluso dar miedo hacer y que no queramos. Es normal, y no tenemos obligación de hacerlo. Pero es una forma de adoración que esconde muchos secretos.
Cuando nos sobreponemos a esta primera impresión es una experiencia muy profunda puesto que nos conecta con la muerte de una forma muy cercana, algo por lo que todos hemos de pasar.
Una acción muy bella
La mejor forma de empezar es con otra persona que no enseñe. Aunque es una tarea sencilla, hemos de saber cómo hacerlo. Pero cuando lo hagas te darás cuenta de que, a pesar de lo que puede parecer a priori, en una acción muy bella.
Los musulmanes creemos que cuando una persona muere, ha sido su cuerpo físico el que lo ha hecho. Pero esa persona sigue viviendo, por supuesto en una dimensión diferente. Durante todo el proceso del entierro y el tiempo en la tumba hasta el Día del Juicio, somos consciente de lo que nos pasa. Por eso, cuando se hace Ghusl a una persona que ha fallecido, hemos de hacerlo con mucho respeto y siendo conscientes de que nos oye, como si estuviera viva. Además, el baño se le da mientras la persona está cubierta por una sábana para que su cuerpo no quede expuesto y así su dignidad y honor sean respetados.
Algunos beneficios de esta forma de adoración
Cuando ayudamos en esta tarea de lavar a una persona fallecida, o lo hacemos nosotros mismos, estamos sirviendo a esta persona, independientemente de quien sea, ayudándola a que hasta el último momento, incluso después de muerta, cumpla su compromiso con Dios. ¿No nos gustaría que también lo hicieran por nosotros?
Además, hacer esto es una obligación comunitaria (Fard al-Kifayya) por lo que obtendremos la recompensa de esto. Y, si lo hacemos, nuestras faltas serán perdonadas, como dice el Hadiz:
Quien lave a un difunto, lo envuelve en la mortaja, lo acompaña (a la Yanaazah) y ayuda a enterrarlo, regresará perdonado.
Ahmad 27258
Y, como hemos dicho, es un recuerdo constante de que la muerte nos llegará a todos. Lo que nos ayuda a poner nuestra vida en perspectiva.