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Muhammad: un ser humano antes que profeta

Además de ver al Profeta Muhammad (la paz sea con él) como el Mensajero de Dios a quien se le entregó la Revelación divina, podemos ver a Muhammad como un ser humano, el ejemplo ideal de un carácter perfecto.

El Profeta Muhammad fue un ser humano que se esforzó por el bienestar de su comunidad y de la humanidad en general.

Su visión de futuro y su capacidad para leer correctamente los eventos de su tiempo y anticipar los resultados lo ayudaron, junto con la sabiduría divina de Dios, a abordar las emociones de las personas y a ganar sus corazones antes que sus mentes.

Su toque humano era ineludible, y su atractivo personal y enfoque gentil se ganaba los corazones de los enemigos antes que los de sus amigos.

En resumen, siempre encontró el camino hacia su público objetivo. Se ha transmitido que su primo y compañero Ali afirmó este aspecto distintivo del carácter del Profeta:

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El Profeta (la paz sea con él) solía ganarse el corazón de sus compañeros con su amable trato. Nunca fue duro ni de corazón seco.

En sus reuniones, solía tratar a todos por igual; escuchándolos a todos y dando a todos las mismas oportunidades de participar en las conversaciones en curso.

Fue un negociador muy paciente y nunca se retiraba de la discusión a menos que los mismos negociadores se fueran primero.

Siempre que alguien le pedía algo, se esforzaba por cumplir su deseo. Si no, complacía su corazón con palabras amables. Entre la gente era conocido por sus buenos modales y para todos era como un padre cariñoso.

Los amigos lo echaban de menos cuando estaba ausente

El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) siempre fue una fuente de consuelo para las personas que lo rodeaban, y su ausencia siempre dejaba un vacío que nadie podía llenar, incluso aunque fuese breve.

Este es el sentimiento que puedes tener cuando tu alma gemela está ausente; esperando siempre con anticipación a que regrese. Ese era el caso de los Compañeros y el Profeta Muhammad.

Abu Muhammad Al-Hussein Al-Baghawi en su Ma’alim At-Tanzeel (Puntos de referencia de la Revelación) menciona que Thawban, uno de los Compañeros que mostraba este amor, una vez se acercó al Profeta con la tristeza reflejada en su rostro.

Al verlo, Muhammad (la paz sea con él) le preguntó acerca de esta tristeza y su pálido rostro. Esto refleja lo cerca que estaba el Profeta de sus amigos y compañeros. Incluso preguntaba sobre cosas que podemos considerar triviales o innecesarias. Thawban respondió:

“Oh Mensajero de Dios, no sufro de ninguna enfermedad. Pero cuando nuestras reuniones diarias llegan a su fin, te extraño mucho hasta que nos veamos al día siguiente.

Ahora, me estoy acordando del Último Día en el que se te otorgará un estatus muy especial junto con los otros profetas y mensajeros. Si Dios me ha destinado a entrar al Paraíso, entonces no nos encontraremos por la diferencia en grados, ya que seguramente mi grado en el Paraíso será más bajo que el tuyo. Si Dios me ha destinado a entrar en el Infierno, entonces no nos encontraremos”.

Al escuchar esto, el Profeta (la paz sea con él) permaneció en silencio por un tiempo para recibir la siguiente revelación poco después:

Quien obedezca a Allah y al Mensajero, ésos estarán junto a los que Allah ha favorecido: los profetas, los veraces, los que murieron dando testimonio y los justos. ¡Y qué excelentes compañeros!

Corán, 4:69

Situaciones como las anteriores no deben pasar desapercibidas. El toque humano del Profeta y la forma en que trataba a sus Compañeros y a la gente en general hizo maravillas. Terminó con la gente declarando que Muhammad era más querido para ellos que sus esposas, hijos, hijas, padres y ellos mismos.

Una vez, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) estaba con sus compañeros. Luego extendió su mano hacia Umar ibn Al-Khattab. A ese acto amable, Umar respondió diciendo:

“Oh Mensajero de Dios, tú eres el más amado para mí después de mí mismo”.

El Profeta Muhammad respondió:

No, por aquel Él en Cuya Mano está mi alma, no puedes ser un verdadero creyente hasta que me ames más que a ti mismo.

A esto, Umar respondió:

“Ahora eres más amado para mí que yo mismo”.

Entonces, el Profeta (la paz sea con él) dijo:

Ahora, Umar, tu fe está completa.

Al-Bujari

Estos y muchos otros innumerables eventos de la biografía del Profeta demuestran que Muhammad era una persona muy respetada, querida y amable. Muhammad era un ser humano cercano a sus compañeros y que se preocupaba por ellos.

Incluso antes de recibir la orden divina de Dios de llevar el mensaje divino, los miembros de su propia tribu lo llamaron “As-Sadiq Al-Amin” (en árabe significa “el veraz y el digno de confianza”).

El trato a personas de otras religiones

Los buenos modales de Muhammad no se limitaron a sus amigos cercanos y Compañeros. Sus modales fueron más allá y abarcaron diferentes nacionalidades y credos. Enseñó a sus Compañeros cómo respetar a los demás sin importar su fe, raza, color o credo.

Un día estaba sentado entre sus compañeros. Estaba pasando el funeral de un judío del pueblo de Medina, y al verlo, el Profeta (la paz sea con él) se puso de pie. Sus asombrados Compañeros dijeron:

“¡Oh, Profeta de Dios! Él es judío”.

El Profeta (la paz sea con él) les enseñó cómo ser musulmanes respetuosos y considerados con los sentimientos de los demás al decir:

¿No es el judío un alma creada por Dios?

Muslim

¿Hasta dónde llegamos en nuestros juicios apresurados sobre los demás?

¿Cuántas decisiones rápidas tomamos de forma imprudentemente sobre nuestros semejantes?

¿No aprendemos del ejemplo anterior el respeto que Muhammad extendió a un alma muerta?

Muhammad nunca se burló ni maldijo a un ser humano ni siquiera a un animal. Era una persona cariñosa y adorable. La violencia y la dureza nunca se encontraron en su diccionario.

Tratando con sus enemigos

Muchas son las historias falsas y horribles que uno puede escuchar y leer acerca de que el Profeta Muhammad estaba sediento de sangre y amaba la guerra. Si quienes estudian su carácter hubieran intentado ser objetivos en sus estudios, se habrían dado cuenta de que en realidad era un comandante misericordioso y que odiaba la guerra.

Nunca fue ofensivo en sus guerras y campañas militares. Sus enemigos iniciaban la confrontación y él entraba en guerras únicamente por defender sus creencias y su comunidad. Se ganó los corazones de sus enemigos el día en que entró victorioso en La Meca, sin desperdiciar una sola alma.

Uno de los Compañeros, Sa’d ibn ʻUbadah, en un momento se sintió presuntuoso ese día y levantó la voz diciendo:

“Hoy es el día de la guerra feroz, un día en el que las reglas inviolables se volverán violables, y un día para que los Quraish pruebe la humillación”.

Al escucharlo, el líder victorioso declaró:

¡No, Sa`d! Este día es el día de la misericordia. Este es un día en que el honor no puede transgredirse. Este es un día honorable para los Quraish.

Nunca negó a sus enemigos su dignidad u honor. Nunca los despojó de sus características humanas. Fue alguien que declaró la amnistía general antes de que Amnistía Internacional existiera en el mundo actual. Lo declaró ante todos y a plena luz del día diciendo:

Vete, eres libre.

Estas mismas personas son las que expulsaron al Profeta y a todos los seguidores del Islam de la Meca, de su tierra natal. Son los que oprimieron implacable y ferozmente a él y a sus seguidores durante más de 21 años.

El Profeta Muhammad siempre ha sido un ser humano de quien los musulmanes pueden aprender cómo amarse y tratarse unos a otros, y a formar relaciones saludables en la aldea global de hoy.

Dejó su impacto personal en las personas como ser humano antes de que Dios le confiara Su mensaje.

Este es un artículo del archivo de aboutislam.net, puedes leer la versión original en inglés aquí.