El resultado no puede ser el mismo para aquellos que hacen el bien y aquellos que hacen el mal. Creer esto es injusto. Si fuera así ¿qué sería de Su Misericordia?
Es cierto que los temerosos tendrán, junto a su Señor, los Jardines del Deleite. ¿Es que vamos a tratar a los sometidos como a los malhechores? ¿Qué os pasa?, ¿cómo juzgáis?
Corán, 68:34-36
La alegría eterna espera a quienes hacen el bien:
Es cierto que los que creen y llevan a cabo las acciones de bien tendrán los Jardines del Deleite en los que serán inmortales. Promesa de Allah verdadera, Él es el Poderoso, el Sabio.
Corán, 31:8-9
Y un doloroso castigo espera a quienes hacen el mal:
Que todo desagradecido rebelde sea arrojado a Yahannam; ése que no se desprende de los bienes, transgrede y está en duda. Y pone junto a Allah a otro dios. Arrójalo al castigo inmenso.
Corán, 50:24-26
Estos y otros versículos del Corán indican claramente que el hombre, a través de sus pensamientos y acciones, crea su propio destino.
Que nuestro destino final sea el paraíso o el infierno no es fortuito. Recogeremos en el próximo mundo lo que hemos sembrado en este.
Y aún así, una acción recta debe considerarse en su verdadera dimensión y no se debe exagerar más allá de su tamaño.
Adorar a Allah durante algún tiempo mientras estamos en la tierra no es el verdadero precio de la dicha eterna en el Paraíso. Quien cree que sus actos de obediencia son completamente perfectos y sinceros o que superan las bendiciones que ha recibido y recibe en este mundo (los sentidos y facultades físicas o las necesidades materiales entre otros) está en un engaño.
Allah mira las buenas intenciones en el corazón de los creyentes y les perdona muchas cosas, ya sean errores o fracasos. Y multiplica lo poco que hacen de la misma manera que hace crecer grandes árboles, arbustos y flores de pequeñas semillas. Si no fuera así, nadie probaría el éxito.
¡Vosotros que creéis! No sigáis los pasos del Shaytán. Y quien siga los pasos del Shaytán, él sólo manda la indecencia y lo reprobable. De no haber sido por el favor de Allah con vosotros y por Su misericordia ninguno de vosotros se habría purificado jamás; pero Allah purifica a quien quiere; y Allah es Quien oye y Quien sabe.
Corán, 24:21
Uno debe acercarse a Allah siendo consciente de sus faltas. Su Derecho es demasiado grande para ser reconocido y cumplido; y si no estamos bajo Su Misericordia, no puede haber salvación.
Supongamos que una persona sacrifica su alma y riqueza por Su causa. ¿No ha sido Él quien ha creado este alma y quien le ha dado esa riqueza? Si la entrada al Paraíso fuera la recompensa de este sacrificio ¿no serían ambas un favor y una recompensa de que vienen de Él?
¿Cuántos errores y deficiencias espirituales ve la gente en sus actos? Si imaginaran que sus acciones son las de otra persona, es posible que no las aceptaran sino con mucha tolerancia y sin fijarse en los errores.
Un creyente debe, por tanto, trabajar sin sentirse orgulloso, que es la interpretación de las palabras del Profeta Muhammad:
Nadie entrará en el Paraíso por sus obras.
Los Compañeros preguntaron:
“¿Ni siquiera tú, Mensajero de Allah?”
Él dijo:
Ni siquiera yo, a menos que Allah me cubra con Su Misericordia.
Los viajeros hacia Allah, sin son abandonados a sus propias fuerzas, pueden verse vencidos por la fatiga del camino y sus pasos aflojar o detenerse.
La confianza depositada en las provisiones divinas y Su misericordia debe ser el doble de la puesta en sus esfuerzos. Así como un agricultor planta, siembra y riega las semillas y luego levanta los ojos al cielo con la comprensión de que su esfuerzo limitado es inútil si no está rodeado del apoyo y cuidado de Allah.
Su apoyo es la diferencia que multiplica el rendimiento.
Del libro “El lado emocional del Islam” de Sheikh Muhammad Al-Ghazali. Traducido y adaptado por Haya Muhammad Eid y editado por Emily Katharine Richardson. Puedes leer el original en inglés aquí.