El Imam Ahmad bin Hanbal (RA), en la plenitud de su vida fue el hombre más famoso del mundo musulmán.
Es famoso por ser uno de los cuatro grandes, Aimmah, de Fiqh y Ahadiz, sabios de la jurisprudencia y dichos del Profeta Muhammad, que la paz sea con él. Fue un hombre de gran conocimiento y piedad.
Solía asister a las halaqa (reuniones) de sus alumnos, solía buscar conocimiento en otras personas cubriendo sus rostro para que no se le reconociera. Era una persona muy humilde.
El Imam Ahmad de viaje a Sham (Siria)
Un día, durante un viaje a Sham, entró en un mezquita para pasar la noche y el guardia de la mezquita lo echó porque la mezquita iba a cerrar. El Imam Ahmad le dijo que no tenía donde ir, que estaba de viaje. El guardia le dijo: “Fuera” y lo echó.
Así que él recogió sus cosas y se puso a dormir en los escalones de la mezquita. El guarda lo volvió a echar y le dijo que allí tampoco podía dormir.
Entonces le preguntó: “¿A dónde quieres que vaya, no conozco el lugar?”.
Este hombre, sin saber con quién estaba tratando, lo levantó por las piernas, lo arrastró hasta el medio de la calle y lo deja caer. El Imam Ahmad se resignó sin causar problemas.
Un panadero especial
Un panadero que tenía su panadería al otro lado de la calle vió lo que sucedió y se acercó al Imam y le dijo: “Puedes venir a dormir a mi panadería. Esta noche tengo trabajo, puedes venir conmigo”.
El Imam Ahmad fue con él y observó a este hombre mientras preparaba la masa, cuando lo metía en el horno; observa todo su trabajo. Durante este proceso, el panadero decía constantemente “SubhanAllah, AlhamduliLlah, La Ilaha Il-la Allah, Allahuakbar”. Toda la noche estuvo haciendo Tasbih, estaba haciendo Dhikr, recordando a Allah.
El Imam Ahmad se quedó impresionado y le preguntó al hombre: “¿Hace cuánto que estás en esta situación?”. El hombre le respondió: “¿Qué situación?”. Y él respondió: “Haciendo el Tasbih”.
El hombre le dijo que llevaba toda su vida haciéndolo, eso es lo que hacía. Hacer pan y recordar a Allah. El Imam Ahmad entonces le preguntó qué había visto como resultado de todo el Tasbih que hacía. Y el hombre le respondió:
“Nunca hice un Dua a Allah que Él no lo haya respondido”. El Imam Ahmad, sorprendido, le dijo: “¡Subhanallah! ¿Nunca has hecho un Dua que no haya sido respondido?”. El hombre respondió que no, que nunca había hecho un Dua que Allah no hubiese respondido.
Pero el hombre se quedó pensando y dijo, excepto un Dua. El Imam Ahmad, intrigado, le dijo: “¿Qué Dua?”.
El hombre respondió: “Tener la oportunidad de ver al Imam Ahmad”.
El Imam Ahmad se conmovió hasta las lágrimas y dijo: “¡Subhanallah! Así es Allah, que te ha traído a Ahmad arrastrado por los pies a tu panadería”.
El camino a la complacencia de Allah
Vemos cómo de fácil es el camino a la complacencia de Allah, y ganando la complacencia de Allah, todas nuestras necesidades son cumplidas.
Que Allah nos haga estar entre aquello a los que nada o nadie detiene de su recuerdo.