Entre los frutos que recoge quien reflexiona sobre el Corán y lo entiende, entre los grandes frutos que cosecha y que recoge, es que el corazón empieza a ver. El Corán abre los ojos del corazón.
Es como si los corazones estuvieran con los ojos cerrados pero cuando uno lee el Corán y lo entiende empiezan a abrirse los ojos del corazón. Y cuando el corazón abre sus ojos sabe cómo actuar en las diferentes situaciones de la vida.
El Corán es una guía
El Corán nos guía a lo mejor, a los actos más justos, a los más firmes propósitos. El Corán nos previene de los extremismos, del radicalismo. El Corán nos incita a la moderación en todos los asuntos, tal como mencionan muchas aleyas del Corán.
Por eso cuando uno abre los ojos del corazón -¿y cómo se hace esto? Reflexionando sobre el Corán- le encuentra sentido a todas las cosas.
Dice Allah en el Corán
Sed maestros (rabbaniyin), puesto que conocéis el Libro y lo habéis estudiado.
Allah nos incita en el Corán a reflexionar sobre su Libro, a estudiarlo. Nos dice: “Ser gente cercana a Dios”. Rabbaniyin es la persona que está cercana a Dios. Nos dice “ser gente cercana a dios” es decir letrada y que tiene conocimiento del Libro Sagrado y que lo lee y estudia.
Por tanto de los grandes frutos que tiene leer, entender y reflexionar sobre El Corán es que uno se vuelve rabbani, es que uno se vuelve cercano a Dios.
Por eso en la aleyya dice: bima kuntum tu’al-limuna al-kitaba wa bima kutum tadrusuuna.
Esa ‘ba’ (de bi-ma) en el idioma árabe se llama sababiya, es decir que causa algo. Por lo que significa que si queréis ser gente cercana a Dios la causa es estudiar y leer y enseñar el Corán.
El estudio, la reflexión, seguir y enseñar el Corán nos abre los ojos del corazón y nos acerca a Dios. Y cuando esto todo las situaciones se hacen claras para nosotros y sabemos cómo tenemos que actuar.