Esta descripción del Profeta Muhammad nos muestra la perfección de su carácter y modales. Conocerle mejor nos puede llevar a amarle más.
Amar a Muhammad, que la paz sea con él, es parte de nuestro Din, de nuestra fe. Dijo el Profeta:
Ninguno de vosotros habrá completado su fe hasta que yo sea más amado para él que su hijo, su padre y todas las persona.
Para amar al Profeta Muhammad es necesario que lo conozcamos y sepamos cómo era su comportamiento y así poder tomarlo como ejemplo.
Esto es lo que nos ordenan Allah en el sagrado corán:
Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Allah y en el Último Día y recuerde mucho a Allah.
Corán, 33:21
Vamos a mencionar algunas de sus características, que la paz sea con él, y algunos de sus modales; puede que esta descripción del Profeta Muhammad nos lleva a amarlo más y así seguir más firmemente su ejemplo.
Una breve descripción del Profeta Muhammad
El Profeta Muhammad recataba su mirada con tranquilidad y educación. Miraba mucho al cielo en contemplación e invocación de Allah.
Cuando se encontraba con alguien era el primero en saludar con la paz diciendo: As-salamu alaykum. No hablaba salvo que fuera necesario. Sus palabras nunca estaban desubicadas y no eran ofensivas.
Ante cualquier situación buena, alabada y glorificaba a Allah. Jamás criticaba lo que recibía. Jamás criticó una comida.
Solía sonreír y reír con alegría pero no daba carcajadas estruendosas. Dijo “Yo bromeo pero no digo sino la verdad”.
Solía decir: “Informadme sobre las necesidades de la gente” porque sabía que había personas que se sentían tímidas para presentarse ante él.
Cuando se presentó ante él un beduino que empezó a temblar por temor el Profeta le dijo: “Tranquilízate, soy simplemente el hijo de una mujer que comía pan duro en la meca”.
Continuando con la descripción del Profeta Muhammad, se ha transmitido que solía remendar su propia ropa y sus zapatos, ordeñaba su cabra y hacía todas las demás labores que hacen los hombres en sus hogares.
El Profeta prestaba atención a todos
El Profeta, que la paz sea con él, solía visitar a sus compañeros y amigos y estaba atentos a sus situaciones personales.
Al levantarse y al sentarse recordaba y agradecía a Allah. Al abandonar una reunión siempre hacía una súplica pidiendo perdón por cualquier falta.
Al llegar a una reunión se sentaba donde había un lugar vacío, no aceptaba que nadie le cediera su lugar y prohibió a sus compañeros que se pusieran de pie para recibirlo con honores, siendo el mismo el ejemplo y la personificación de la humildad.
El Profeta honraba a todas las personas que lo visitaban y jamás ignoraba a alguien. De tal manera que al terminar una reunión todos se sentían que habían sido los más atendidos por el Profeta.
En las descripción del Profeta Muhammad encontramos que jamás ignoraba las peticiones de la gente. Llegó a interrumpir un Jutba para atender la petición de una anciana y complacer su necesidad.
Jamás, levantaba la voz a nadie. Dijo: “Moderen su voz, ya que la voz más desagradable es el rebuzno del asno”.
No mentía, ni insultaba ni hablaba mal del ausente
No maldecía a la gente, no insultaba, no difamaba ni hablaba mal de un ausente. No se inmiscuía en los asuntos que no le correspondían. Dijo “La señal del buen Islam de una persona es que no se entromete en aquello que no debe”
Escuchaba atentamente a quien le hablaba, mirándolo de frente. No le interrumpía hasta que había dicho todo lo que tenía que decir.
Era educado y elocuente al hablar. Cuidaba sus palabras y se expresaba claramente repitiendo siempre que hiciera falta o fuera muy importante lo que estaba diciendo.
Era educado y humilde en su actitud hacia la gente. No era altanero ni soberbio: “Dijo los bienes que yo tengo, nunca los guardaría si ustedes los necesitarán. Quien se abstiene de pedir cosas Allah lo perdonará y quien se complazca con lo que Allah le ha dado Allah lo hará rico”.
Era valiente y el primero en preocuparse por la gente. Era sensible y profundamente espiritual. Lloraba emocionado al recordar a Allah y recitar el Sagrado Corán.
Pedía perdón a Allah cada día más de 100 veces. Solía atender a los pobres y dar de comer a los hambrientos y necesitados, compartiendo con ellos sus escasos alimentos.
Siempre sonreía a la gente
Visitaba y honraba a sus familiares. Cuando se encontraba con alguien lo hacía con una sonrisa honesta en el rostro. Se alegraba por la felicidad de sus compañeros y se entristecía con ellos cuando sufrían una desgracia.
Vestía ropas humildes, comía con los pobres, saludaba dando la mano al rico y el pobre, al adulto y al niño y no retiraba la mano hasta que la otra persona lo hacía primero.
Se sentaba en el suelo y comía en el suelo. Era sencillo en la convivencia, siempre facilitaba las cosas y nunca las complicaba. Siempre que le daban a elegir entre dos opciones, elegía la más fácil y sencilla, a menos que fuera un pecado.
El Profeta, que la paz sea con él, cuidaba su apariencia y su higiene. Si se veía en el espejo arreglaba su cabello y se embellecía para sus esposas. Se cepillaban los dientes al menos cinco veces al día y se perfumaba siempre que tenía oportunidad.
Antes de comer el Profeta alababa a Allah por su generosidad. Mencionaba su nombre, comía de lo que tenía delante, no criticaba la comida; si le gustaba comía y si no le gustaba no comía. Elogiaba lo que había para comer, comía con su mano derecha y bebía dando sorbos cortos, generalmente tres. Al finalizar la comida agradecía a Allah los alimentos y por la guía del Islam.
Le gustaba la oración, el ayuno, el retiro espiritual y prefería a los demás a sí mismo
Era muy devoto en su adoración a Allah. Le gustaba orar largamente por las noches y recitar el Corán; lo hacía hasta que sus tobillos se hinchaban.
Le gustaba el retiro espiritual y el ayuno. Era altruista y prefería a los demás antes que su propia persona. Daba generosamente y pasaban uno o dos meses en su casa sin que se encendiera fuego para cocinar.
Muhammad, que la paz sea con él, era profundamente compasivo con la gente. Enseñó con sabias palabras: “Quien no es misericordioso con quienes están en la tierra no será misericordioso con él quien está en los cielos”.
Jamás golpeó a un niño ni a una mujer y dijo “no es de los nuestros quien no honra a nuestros ancianos y no respeta a nuestros niños”.
El Profeta Muhammad, que paz sea con él, enseñaba con las palabras y con su ejemplo la igualdad y la equidad. Dijo: “Nuestro dios es uno. Un árabe no es superior a un no-árabe y uno no-árabe superior a un árabe y un blanco no superior a un negro ni un negro es superior a un blanco. Excepto ante Allah por su devoción y temor”.