En el Sura del Sol, la número 91 del Corán, Allah hace siete juramentos, seis por la dualidad de la naturaleza y uno por el hombre y los dos caminos que este puede seguir: el de la rebeldía y el de la obediencia.
El Corán mequí y el el medinense
El Corán se divide en dos partes, la mequí y la medinense. El Corán mequí es el que fue revelado en La Meca en los primeros 13 años desde el comienzo de la Revelación y el medinense el que fue revelado en los siguientes 10 años.
Esta diferenciación no es solo geográfica, sino que también está relacionada con el contenido.
En el periodo mequí la revelación no tenía un corpus legal, se centraba en la creencia en Allah y la relación del ser humano con Él, en principios morales para reformar la sociedad en la que vivían y paciencia para seguir el camino.
En el periodo medinense la revelación se centró más en lo lícito y lo ilícito, en la jurisprudencia, en cómo llevar a cabo una adoración correcta.
Sura del Sol, una sura mequí
Una de las Suras (capítulos) del Corán del periodo mequí es la Sura del Sol. En ella vemos estos principios de reforma moral de uno mismo y de la sociedad y la enseñanza de una creencia correcta.
Esta Sura empieza con siete juramentos de Allah. Los seis primeros están relacionados con la Tierra, la naturaleza en general, y el último con el ser humano y los dos caminos que puede seguir.
Cuando Allah jura por algo, esto habla de la importancia de aquello por lo que se ha jurado.
Los siete juramentos de Allah
(1) ¡Por el sol y su claridad matinal!
(2) ¡Por la luna cuando lo sigue!
(3) ¡Por el día cuando lo descubre!
(4) ¡Por la noche cuando lo cubre!
(5) ¡Por el cielo y cómo fue edificado!
(6) ¡Por la tierra y cómo fue extendida!
(7) ¡Por un alma y Quien la modeló! (8) Y le infundió su rebeldía y su obediencia.
Corán, 91-7
En los seis primeros juramentos Allah jura por las dualidades que nos encontramos en la naturaleza. El sol y la luna; el día y la noche; el cielo y la tierra.
En el séptimo versículo, Allah jura por el hombre, o, mejor dicho, por el nafs. Y dice, a la que Él, Allah, le infundió su rebeldía u obediencia. Esta es otra dualidad, como aquellas que hemos encontrado en la naturaleza, que establece los dos caminos del hombre: el de la obediencia y el de la rebeldía.
Los dos caminos del hombre
El ser humano, al tener libre albedrío, tiene la posibilidad de seguir cualquiera de estas dos vías o caminos. El de la rebeldía y el de la obediencia.
En los versículos anteriores, en los que Allah jura por estos elementos naturales y sus dualidades, nos indican que toda la creación está creada en una dualidad, y el ser humano es parte de esa naturaleza.
Pero el ser humano es diferente, por eso Allah jura por dos opuesto naturales pero cuando llega al hombre lo hace por el nafs, y no por su opuesto, sino por las dos posibilidades que este tiene: la de seguir el camino de la rebeldía y la de seguir el camino de la obediencia.
Esto nos indica que el ser humano, aun siendo parte de la creación y estando conectado con esta, también es diferente. Puesto que el sol y la luna o el cielo o la tierra, no tienen capacidad de elección. Llevan a cabo la tarea que Allah les ha encomendado de la forma que Él ha establecido.
El ser humano es diferente, puede elegir. Y en eso radica su mayor grandeza, si obedece a su creador, y su más vil bajeza, si se rebela contra este.