Greta tiene más de setenta años. Creció en una familia católica romana de inmigrantes italianos a los Estados Unidos. Se convirtió al Islam a través de su hija hace unos años. Su único lamento es que nadie le hablase antes sobre el Islam. Esta es su historia.
Explorar diferentes iglesias
He sido una persona piadosa. Fui criada como católica y mis padres eran muy tradicionales. Íbamos a la iglesia y rezabamos en casa.
Sin embargo, me casé con un hombre que era luterano, lo cual molestó mucho a mis padres. No es que abandonara la iglesia católica romana, pero también comencé a asistir con mi esposo a su iglesia. Me gustaba la forma alegre de la iglesia luterana, pero tampoco nunca me sentí allí como en casa.
Cuando mi esposo dejó de asistir de forma regular para al servicio dominical en su iglesia, comencé a explorar otras iglesias y denominaciones cristianas diferentes. A mi esposo no le importó. Y mis padres no lo sabían. Sin embargo, aunque conocer las diferencias fue interesante, nunca encontré lo que estaba buscando. La verdad.
Mi más sincera oración
Mis hijos crecieron. Se fueron de casa. Mi esposo falleció. Y yo todavía estaba buscando la iglesia correcta, la forma correcta de acercarme a la verdad. Finalmente, terminé en la iglesia de mi vecindario local.
Fue una cuestión de conveniencia. Ya no me gustaba conducir largas distancias y la iglesia local estaba a poca distancia. Conocía a las personas y también me ayudaban cuando lonecesitaba.
Todos mis hijos decidieron vivir en el extranjero. Por eso agradecía tanto la ayuda de la juventud de la comunidad de la iglesia.
Sin embargo, todavía tenía un deseo ardiendo dentro de mi alma. El deseo de saber la verdad. Rezaba regularmente y una noche, después de llegar a casa de la iglesia, abrí mi corazón a Dios. Le pedí que me guiara a la verdad. Le dije que quería saber la verdad. Adorarlo como merece ser adorado. Fue la oración más sincera que jamás he hecho.
Una visita sorpresa
Un par de semanas después, mi hija me visitó desde Egipto. No nos habíamos visto en varios años. Y estaba feliz pero también me sorprendió verla. Llevaba un pañuelo en la cabeza.
Cuando la vi esperando en la puerta, recordé mi oración a Dios. Y en mi corazón me pregunté si mi hija traía la respuesta a mi oración. Sin embargo, no le pregunté por su pañuelo durante varios días y ella tampoco mencionó nada.
Una tarde la vi realizando la oración ritual de los musulmanes. Estaba postrada y rápidamente cerré la puerta para no molestarla.
La imagen de mi hija arrodillada con la cabeza en el suelo me impresionó profundamente. Y me volvía a preguntar si Dios la había enviado como respuesta a mi oración.
¿Por qué nadie me ha hablado sobre el Islam antes?
Una noche, después de la cena, finalmente le pregunté a mi hija si todavía era cristiana. Y ella lo negó. Eso dio lugar a una larga conversación. Trajo la Biblia, el Corán y su cuaderno y me explicó todo. Hablaba sobre Jesús (la paz sea con él) y nuestro Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él). Yo escuchaba.
Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Estaba segura de que era Dios quien la había enviado como respuesta a mi oración pidiéndole que me guíase a la verdad. Esta era la verdad. Estaba convencida.
Cuando terminó sus detalladas explicaciones, la abracé. Y le preguntó: ¿Por qué nadie me ha hablado antes sobre el Islam?
Mi único lamento
Fue allí, en la mesa de mi cocina en medio de la noche que acepté el Islam. Tuve que llegar a la vejez para finalmente encontrar la verdad. Estoy muy agradecido de que Dios me haya mostrado la verdad.
Lo único que lamento es que nadie me haya hablado antes sobre el Islam. Pero supongo que esto también es parte de la sabiduría de Dios al guiarme a la verdad.
Alhamdulillah.
Este es un artículo del archivo de aboutislam.net, puedes leer la versión original en inglés aquí.